Con los tipos de interés hipotecarios en niveles máximos de los últimos años, muchas familias enfrentan dificultades económicas para asumir el pago mensual de su préstamo hipotecario. Esta situación se complica aún más para aquellas personas que están en situación de desempleo.
A continuación, exploramos las alternativas disponibles para renegociar una hipoteca en caso de estar en paro y sin ingresos.
¿Qué ocurre si me quedo en paro teniendo una hipoteca?
En la actualidad, las entidades bancarias suelen buscar acuerdos con sus clientes para evitar impagos, ofreciendo distintas alternativas según cada caso.
Si el banco está adherido al Código de Buenas Prácticas, tiene la obligación de informar a sus clientes sobre la posibilidad de acogerse a este, especialmente si han dejado de pagar alguna cuota hipotecaria o si manifiestan dificultades económicas para afrontar el préstamo. Por ello, es recomendable que cualquier persona en esta situación evalúe su presupuesto, busque asesoramiento especializado y acuda a su entidad bancaria para estudiar posibles soluciones.
¿Qué opciones hay si no tengo ingresos?
Aunque no existe una moratoria legal que obligue a los bancos a aplazar deudas, los afectados pueden considerar alternativas como:
Solicitar una quita, que supone una reducción del importe adeudado.
Optar por la dación en pago, entregando el inmueble para saldar la deuda.
Acogerse a la Ley de Segunda Oportunidad, diseñada para reestructurar deudas y facilitar un nuevo comienzo financiero.
Pasos para renegociar una hipoteca estando en paro
El primer paso es dirigirse al banco o al servicio de atención al cliente de la entidad para exponer la situación. Según el Código de Buenas Prácticas, es posible reestructurar la deuda, ampliar plazos o reducir las cuotas, dependiendo de factores como el patrimonio, los ingresos, el porcentaje de estos destinado al pago de la hipoteca y las circunstancias personales, como:
Ser familia numerosa.
Ser familia monoparental con hijos a cargo.
Tener algún miembro con discapacidad superior al 33%.
Contar con menores a cargo o personas dependientes en la unidad familiar.
Ser mayor de 60 años o víctima de violencia de género.
Con las recientes subidas del euríbor, también se han ampliado las posibilidades de reestructuración para familias de clase media, siempre que la renta familiar no supere los 38.000 euros anuales y el precio de adquisición de la vivienda no exceda los 300.000 euros. Para solicitar estas medidas, es necesario presentar al banco una solicitud formal junto con la documentación que acredite los ingresos, la composición de la unidad familiar y una declaración responsable que certifique el cumplimiento de los requisitos.
El banco deberá responder en un plazo de un mes, ofreciendo un plan de reestructuración adaptado a las circunstancias del cliente.
Condiciones que se pueden renegociar
Las condiciones negociables incluyen:
Periodos de carencia: De 2 a 5 años en el pago del capital.
Reducción de intereses: Aplicación de un interés de euríbor menos 0,10 durante el periodo de carencia.
Ampliación del plazo: Hasta un máximo de 40 años o una extensión de 7 años sobre el plazo inicial.
Congelación de cuotas: Durante 12 meses o el cambio del interés de variable a fijo.
Cualquier otra solución acordada entre las partes.
¿Qué ocurre con los avalistas?
En caso de ejecución hipotecaria, si el valor de la vivienda no cubre la deuda pendiente, tanto el titular del préstamo como el avalista responden solidariamente con su patrimonio por las cantidades restantes.
¿Y los préstamos personales?
Para los préstamos personales, las opciones de refinanciación dependen de la disposición del banco. Si no se cumplen los pagos, la entidad puede iniciar un proceso de ejecución, que podría incluir embargos y generar costes adicionales por intereses de demora y gastos judiciales.
En ciertos casos, el banco puede ofrecer una reunificación de deudas si el cliente está acogido al Código de Buenas Prácticas, consolidando todas las obligaciones en una sola operación más manejable.