En la actualidad, la ropa se fabrica más rápido y en mayores cantidades que nunca, lo que conlleva la generación de una cantidad creciente de residuos. Cada año, se compran 56 millones de toneladas de ropa y, al mismo tiempo, se producen 92 millones de toneladas de desechos textiles.
Esto se debe, en gran parte, a la llamada "moda rápida", un modelo en el que las marcas diseñan, fabrican, envían y venden prendas a una velocidad vertiginosa para aprovechar las tendencias marcadas por pasarelas y celebridades.
El término también se refiere a la práctica insostenible de usar prendas solo unas pocas veces antes de desecharlas, algo que ha ganado popularidad en las últimas décadas.
Aunque la expresión "moda rápida" se popularizó en los años 90, podemos rastrear sus orígenes hasta el siglo XIX. A continuación, analizaremos cómo surgió este fenómeno, por qué plantea problemas y cuáles son sus alternativas.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Durante la mayor parte de la historia, la ropa se fabricaba a mano, un proceso lento que requería obtener materiales, hilar fibras como algodón o lana y, finalmente, coser las prendas.
Esto cambió con la Revolución Industrial, cuando se inventaron máquinas como el telar mecánico y la máquina de coser. Estas innovaciones automatizaron la producción, haciéndola más rápida y económica. En el siglo XX, la ropa producida en masa se convirtió en algo habitual, accesible para todas las clases sociales en los países desarrollados.
A medida que creció la demanda de ropa barata en la segunda mitad del siglo XX, los fabricantes comenzaron a trasladar sus fábricas a países menos desarrollados, aprovechando la mano de obra económica y abundante. También empezaron a emplear materiales sintéticos y poco sostenibles, como el poliéster.
Hoy en día, gran parte de la ropa se produce en un país y se envía a otro. La producción de ropa se duplicó entre 2000 y 2014 y podría triplicarse para 2050. Actualmente, se fabrican 100.000 millones de prendas al año.
Esto permite que las marcas reproduzcan rápidamente las prendas vistas en pasarelas o en celebridades, fabricándolas en masa y distribuyéndolas en pocos días.
¿Por qué es problemática la moda rápida?
Aunque la moda rápida se ha extendido masivamente, tiene un alto coste ambiental, social y económico.
Impacto ambiental de la moda rápida
Las marcas de moda rápida suelen utilizar materiales baratos y procesos que recortan costos, lo que da lugar a prendas de baja calidad que apenas duran unos usos. Esto contribuye a que se desechen 92 millones de toneladas de textiles al año, equivalentes a un camión lleno de ropa llegando a un vertedero cada segundo.
Además, es una de las industrias más contaminantes del mundo, después de la petrolera. Los materiales sintéticos como el poliéster no son biodegradables y se fabrican a partir de combustibles fósiles, principales responsables del cambio climático.
Asimismo, los tintes y productos químicos utilizados en la fabricación son tóxicos y acaban contaminando las aguas, afectando a los ecosistemas marinos.
Explotación laboral en fábricas de moda rápida
Muchas marcas externalizan la producción a países con regulaciones laborales menos estrictas, como India o Bangladesh, donde los trabajadores son mal remunerados y trabajan en condiciones peligrosas.
Un caso emblemático es el derrumbe del complejo Rana Plaza en 2013, que dejó más de 1.100 muertos y 2.500 heridos. Este suceso evidenció cómo muchas marcas priorizan las ganancias sobre la seguridad de sus empleados.
A pesar de promesas de mejora, el pago de salarios insuficientes sigue siendo la norma en el sector textil.
Coste a largo plazo
Aunque parece una opción económica, la moda rápida puede resultar más cara a largo plazo. Comprar ropa barata que se desgasta rápidamente obliga a renovarla constantemente, mientras que invertir en prendas de calidad garantiza una mayor durabilidad y menor gasto acumulado.
Alternativas a la moda rápida
Existen varias formas de adoptar hábitos de consumo más sostenibles y reducir el impacto de la moda rápida:
1. Compra en tiendas de segunda mano
Adquirir ropa de segunda mano no solo es más económico, sino que reduce la demanda de producción. Además, donar ropa evita que esta acabe en los vertederos.
Muchas tiendas de segunda mano reciclan ropa no vendida, enviándola a centros de reciclaje textil. Contribuir a estas tiendas también apoya causas sociales importantes.
2. Opta por aplicaciones de compraventa de segunda mano
Plataformas digitales permiten comprar y vender ropa usada. Es una opción para adquirir prendas de calidad a menor precio y al mismo tiempo reducir residuos.
Además, estas aplicaciones facilitan la comunicación entre compradores y vendedores, permitiendo negociar precios o aclarar dudas sobre las prendas.
3. Construye un armario cápsula
Un armario cápsula se basa en la idea de tener pocas prendas de alta calidad que sean versátiles y combinables, en lugar de acumular ropa de baja calidad.
Este enfoque minimalista promueve un consumo más consciente, ahorra dinero y reduce el desperdicio.
4. Repara tu ropa
Aprender a reparar prendas dañadas es una forma de prolongar su vida útil. Habilidades básicas como coser botones o arreglar costuras son fáciles de adquirir.
Si las reparaciones son complejas, acudir a un sastre también es una buena opción.
5. Infórmate
Investigar sobre las prácticas de las marcas puede ayudarte a identificar cuáles son sostenibles y cuáles no. Es importante estar alerta ante el "lavado verde", una estrategia de marketing que algunas empresas usan para aparentar ser más ecológicas de lo que realmente son.
Reflexión final
La moda rápida representa un desafío creciente con consecuencias reales para las personas y el medio ambiente. Sin embargo, cada vez más personas están adoptando prácticas sostenibles, como comprar ropa de segunda mano o cuidar mejor las prendas que ya poseen.
No es necesario hacer cambios drásticos de inmediato. Incluso pequeñas acciones, cómo donar ropa usada o reflexionar antes de comprar, pueden marcar una gran diferencia en el futuro de nuestro planeta.