Me pregunto si algún día dejaré de correr delante de mis lobos y si seré capaz de lograr correr junto a ellos, de mirarlos con respeto y sentir que ellos no deberían de darme miedo.
¿Pero... pero a qué le tengo miedo?
¿Qué me quita el sueño?
¿Qué me impide dar un paso y seguir el camino?
Ni siquiera yo lo sé, ando perdida en un mundo sin luz y la vida ha decidido sacarlos a mi camino, sin permiso y con las fauces reclamando a gritos mi propio dolor.
Estoy asustada.
Camino perdida y no entiendo porque quieren atraparme.
Corro y corro huyendo de ellos temiendo a cada paso caerme y perder el control. ¿Pero... pero a qué le tengo miedo?
¿Qué me quita el sueño?
¿Qué me impide dar un paso y seguir el camino? Siento un escalofrío y me giro.
Y allí están ellos mis amigos.
Mis recuerdos.
Me llaman.
Me gritan.
Me piden permiso para ayudarme.
Me detengo. En el silencio les escucho (mis amigos) acercarse y entonces ellos me hablan, me susurran, palabras de amor y respeto, de caricias y de besos, de ilusiones abandonadas.
Me miran y en sus ojos anhelantes de encontrarme veo esperanza y algo en mi empieza a generar un calor que me abraza, son ellos mis lobos que me invitan a caminar a su lado, junto a ellos. Empiezo a andar de nuevo. Me siento protegida.
Dejo de lado el miedo.
Y entonces les toco.
Les susurro. ¿Pero a qué le tengo miedo?
¿Qué me quita el sueño?
¿Qué me impide dar un paso?
Creo que ahora ya nada me impide seguir mi camino porque ahora pertenezco a las mujeres que corren con lobos.
Reflexiones de Virginia Bernal. Coach Relacional y directora del programa de radio "El café de los sueños".