Choque generacional
Parece que cada día se acentúa un poco más el cambio generacional, ya que las nuevas generaciones han nacido con la era digital y las anteriores trabajan para ponerse al día. La vida de los jóvenes se entiende a través de las nuevas tecnologías, y nada se concibe sin un móvil o un ordenador. Además, su tiempo libre, trabajo e incluso su mundo emocional, también se mueven alrededor de las nuevas tecnologías, redes sociales, foros, etc.
Los baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964) fueron la generación que construyó un país que salía de una dictadura. Se les conoce como la generación del esfuerzo porque innovaron, arriesgaron y lucharon por un mundo mejor. Y se han encontrado con nuevas generaciones que parecen haber olvidado todo el esfuerzo que hicieron.
La generación X (nacidos entre 1965 y 1981) fue la primera que consiguió estudios universitarios e inauguró los Erasmus. Mientras que las generaciones posteriores, millennials y generación Z, están sufriendo los tiempos que vivimos, con precariedad laboral y varias crisis económicas. Lo que en ocasiones puede derivar en un sentimiento de hacer responsables a las generaciones anteriores.
Aprender los unos de los otros
En la actualidad, se valoran positivamente las diferencias entre generaciones y se trabaja el diálogo y la integración. La transferencia de conocimientos se ha convertido en una estrategia ganadora en un mundo donde la esperanza de vida se ha ampliado de los 73 a los 83 años de media.
Una prueba palpable de ello es la convivencia de hasta cinco generaciones diferentes en las empresas. Donde se construye una cultura corporativa en la que cada generación aporta algo distinto. En los más experimentados, el conocimiento profundo de la dinámica de la empresa aporta una perspectiva fundamental para solucionar problemas. Mientras que la formación y el talento de los más jóvenes es un componente muy importante para la innovación.
Unos llegaron antes y otros después, pero ambos se esfuerzan en construir canales de comunicación para colaborar y beneficiarse mutuamente. Y ésta debería ser la mentalidad no solo en el mundo empresarial, sino en la vida en general. Aprender los unos de los otros nos enriquece y nos hace mejores.
Compartir valores
Deberíamos tomar como un desafío la mejora de las relaciones intergeneracionales en todos los ámbitos. Y reflexionar sobre qué podríamos hacer cada uno de nosotros para promover este acercamiento en la vida cotidiana de manera consciente.
Podemos comenzar por cambiar el modo de relacionarnos entre personas de distintas generaciones, practicando la escucha activa, sin prejuicios y sin hacer caso de los estereotipos. Cada generación tiene algo muy valioso que compartir con la otra.
Los seniors pueden aportar su experiencia y conocimiento, mientras que los más jóvenes pueden aportar su formación digital y visión global. Si fomentamos el diálogo con actitud positiva, nos daremos cuenta de que todos somos necesarios para enriquecer la sociedad y aprender de todas las etapas de la vida humana. Haciendo el esfuerzo de romper barreras y favorecer a una cultura integradora, veremos que son muchas más cosas las que nos unen que las que nos separan. Ser diferentes es el valor que más nos une.
"La fuerza reside en las diferencias, no en las similitudes" - Stephen Covey